Categoría: APUNTES SOBRE EL DINERO
Los precios son indicativos límite de los valores de uso de las cosas. (…)
Todo y todos estamos encadenados al tiempo[1] como decía Emilio Lledó. Y los teóricos con un mínimo de sentido científico han observado siempre la enorme relación entre economía[2] y transcurso temporal:
«Llamo estática económica a aquellas partes de la teoría económica en que no nos tomamos la molestia de fechar los acontecimientos; economía dinámica a aquellas partes en que toda cantidad ha de tener una fecha».[3] (…) «El concepto de la economía en que la mayoría nos hemos educado se basaba en la teoría estática, de modo que ahora, cuando nos encontramos con los lineamientos principales de una teoría dinámica[4] y ésta resulta ser muy diferente de la teoría estática, no tenemos más remedio que admitir que nuestra visión de conjunto de las cosas cambia».[5]
[1] El mito de la caverna no puede llevarnos a esta aporía. Las voces que nos llegan del pasado nos liberan de la ciega cadena de nuestro presente. El fondo de nuestra propia caverna es esta temporalidad inmediata, que no nos deja ver las experiencias de los que nos precedieron. Encadenados al tiempo, los restos del pasado nos rompen la atadura a la inmediata naturaleza que nos atenaza. La temporalidad que nos sofoca se airea así por las experiencias pasadas y el escueto tiempo de nuestra existencia, se engarza en una colectividad que lo contextualiza y enriquece. Emilio Lledó, La memoria del Logos (Madrid: Taurus, 1996), p. 39.
[2] Cualquier análisis mínimamente científico en relación con el valor económico no puede obviar, a estas alturas de reflexión del pensamiento económico, la introducción del tiempo como factor de concreción decisorio.
[3] HICKS, op. cit., p. 129.
[4] Al igual que Böhm-Bawerk, y Menger, Hicks –entre otros, pero ellos de forma destacada- criticará el estatismo de los antiguos estudios historicistas en el campo económico. Para este autor, el tiempo marcará las diferencias entre la estática y la dinámica económicas.
[5] HICKS, op. cit., p. 359.
Todos nuestros doctores estuvieron por el libre mercado y, en especial y de manera explícita, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Molina y Tomás de Mercado declararon que el precio moralmente justo no es el precio de coste, sino el formado de acuerdo con la oferta y la demanda, con exclusión de violencia, engaño o dolo, y siempre que haya suficiente número de compradores y vendedores, es decir, en ausencia de situaciones de monopolio, que estos doctores tenían por un crimen.
Rafael Termes Carreró, “Humanismo y ética para el mercado europeo”,en Europa, ¿mercado o comunidad? De la Escuela de Salamanca a la Europa del futuro. Publicaciones Universidad Pontificia, Salamanca, 1999, p. 33.
Los precios son indicativos límite de los valores de uso de las cosas. (…)
La ética en general, como la virtud ética de la justicia, no consiste en dar, cumplir obligaciones, tomar decisiones de ahorro, realizar inversiones o repartir cosas en base a los fríos datos impersonales que nos transmiten los índices o los innumerables conjuntos funcionales. La responsabilidad ética, por ejemplo, de quienes toman determinadas decisiones en una entidad financiera tiene que mirar por las consecuencias concretas sobre los accionistas, sobre los trabajadores específicos, sobre los depositantes o clientes con sus originales peculiaridades. Para considerar el comportamiento ético en los mercados financieros el capital debe ser tratado no como una simple cosa neutral sino como algo cuya concreción depende de la decisión responsable de determinadas personas que lo aportan al logro de distintos objetivos empresariales. Detrás de todo índice y detrás de cada activo financiero y de toda concreción del capital hay que ver personas.
JJ Franch
Todos nuestros doctores estuvieron por el libre mercado y, en especial y de manera explícita, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Molina y Tomás de Mercado declararon que el precio moralmente justo no es el precio de coste, sino el formado de acuerdo con la oferta y la demanda, con exclusión de violencia, engaño o dolo, y siempre que haya suficiente número de compradores y vendedores, es decir, en ausencia de situaciones de monopolio, que estos doctores tenían por un crimen.
Rafael Termes Carreró, “Humanismo y ética para el mercado europeo”,en Europa, ¿mercado o comunidad? De la Escuela de Salamanca a la Europa del futuro. Publicaciones Universidad Pontificia, Salamanca, 1999, p. 33.
La ética en general, como la virtud ética de la justicia, no consiste en dar, cumplir obligaciones, tomar decisiones de ahorro, realizar inversiones o repartir cosas en base a los fríos datos impersonales que nos transmiten los índices o los innumerables conjuntos funcionales. La responsabilidad ética, por ejemplo, de quienes toman determinadas decisiones en una entidad financiera tiene que mirar por las consecuencias concretas sobre los accionistas, sobre los trabajadores específicos, sobre los depositantes o clientes con sus originales peculiaridades. Para considerar el comportamiento ético en los mercados financieros el capital debe ser tratado no como una simple cosa neutral sino como algo cuya concreción depende de la decisión responsable de determinadas personas que lo aportan al logro de distintos objetivos empresariales. Detrás de todo índice y detrás de cada activo financiero y de toda concreción del capital hay que ver personas.
JJ Franch