La nécessité de prendre en considération les finalités dans le travail. – La necesidad de considerar los fines en el trabajo

       La nécessité de prendre en considération les finalités dans le travail.

 Le facteur le plus rare mais aussi le plus utile est le travail humain. Le travail humain est le seul qui permet de dégager « l’utilité » de tous les biens naturels et artificiels.

On apprécie de moins en moins la routine minutieuse, exacte et lente du technicien-fonctionnaire qui s’ajuste à l’engrenage de la planification, par contre, on valorise la prise de décisions innovatrices et la capacité à comprendre des situations complexes. On recherche de plus en plus, dans le travail, une meilleure liaison entre travail et savoir. Travailler ne suffit pas, il faut savoir travailler. L’enseignement professionnel continu est une exigence des rapides changements technologiques. Le savoir est un travail et le travail est un savoir.

Si nous voulons accroître la valeur économique, nous devons essayer d’apprendre davantage et de mieux penser. En profitant de la ressource de l’intelligence humaine, il est possible de mieux organiser et appréhender le progrès technique et scientifique, tout comme les actuelles structures sociales, pour obtenir une augmentation quantitative et qualitative en terme d’humanisation. Il faut intensifier la recherche d’une certaine «  humanité » dans cette société technocratique pour que l’homme puisse redécouvrir sa richesse intérieure, les vastes horizons de son savoir et la force créative de sa liberté.

Le travail de l’homme constitue une activité économique essentielle puisque seul l’homme est capable de découvrir les utilités des biens et de les transformer en biens de consommation. Il fait émerger cette « potentialité » des biens primaires pour la rendre réelle.

Avec sa raison, sa liberté et sa capacité à être objectif, l’homme découvre puis s’approprie les qualités essentielles de tous les êtres matériels pour les rendre réelles par son travail physique. La capacité inventive de l’homme est illimitée puisque la richesse de l’essence des choses est illimitée. Le doute de Malthus consistait à questionner cette capacité de l’homme à être objectif, cette capacité de l’homme à vouloir accroître la valeur économique en découvrant les secrets de la nature.

Il ne suffit pas de projeter, il faut réaliser, il faut matérialiser. Pour qu’un projet devienne réalité, il faut non seulement le penser mais aussi croire en ses possibilités et l’exécuter. « L’être humain n’est pas seulement un homo sapiens c’est aussi un homo agens » 

TEXTO ORIGINAL DEL AUTOR EN EL IDIOMA ESPAÑOL EUROPEO (CASTELLANO)

  1. La necesidad de considerar los fines en el trabajo

El factor más escaso y necesario es el trabajo humano. De los bienes naturales y artificiales sólo pueden educirse sus idoneidades mediante la acción del trabajo humano que las fecunda. Y tiene que ser la acción del trabajo humano, porque sólo el ser humano es capaz de tener presente en su actividad los fines últimos hacia los que se encamina su acción, su trabajo.

Cada vez se valora menos la rutina minuciosamente exacta y lenta del técnico-funcionario que se ajusta formalmente al engranaje de la planificación y se revaloriza, quizás por su escasez, la mayor capaci­dad de comprensión de situaciones altamente complejas y la adop­ción de decisiones innovadoras. Se pide cada vez más, en el trabajo, la índole intelectual y libre del ser humano que tiene presente los fines de su actividad. Cada vez más se requiere una mayor conjun­ción entre saber y trabajo. No basta con trabajar, hay que saber trabajar. La enseñanza profesional permanente, además, es una exi­gencia del rápido cambio tecnológico. El saber es trabajo y el trabajo es saber.

Si queremos incrementar el valor económico, y para ello el traba­jo es causa importante, tenemos que esforzamos por saber y pensar mejor. Con el aprovechamiento de los recursos de la inteligencia humana es posible juzgar y ordenar mejor el progreso técnico y cien­tífico, así como las actuales estructuras sociales, para conseguir así un crecimiento cualitativo y cuantitativo en términos de humaniza­ción. Se necesita una intensificación del cultivo de las humanidades en esta sociedad tecnocrática que permita al hombre redescubrir la riqueza  encerrada en su propio ser, los amplios horizontes de su conocimiento y la fuerza creativa de su libertad.

El trabajo humano se constituye en actividad económica esencial en cuanto que sólo el hombre es capaz de descubrir las idoneidades primarias de los bienes en orden a las últimas y transformar esos bienes en otros más próximos a los finales de consumo o de uso, haciendo emerger la simple posibilidad de ser en los primeros, en realidad en los segundos.

Con su racionalidad y libertad, con su capacidad de objetivar, de apropiarse de las cualidades esenciales de todos los seres materiales, el hombre descubre nuevas relaciones, nuevos valores, y con su tra­bajo físico posterior las hace realidad. La capacidad inventiva del hombre es ilimitada, en cuanto que prácticamente ilimitada es la riqueza encerrada en el ser de las cosas. La duda de Malthus suponía cuestionar esta capacidad de objetivar del hombre, esta capacidad inventiva orientada a ampliar indefinidamente el valor económico mediante una penetración más profunda en los secretos de la natura­leza.

No basta con proyectar; hay que realizar. No basta la forma, hay que materializar. Para hacer un proyecto realidad, además de pensar­lo, hay que pensarlo como posible de hacer con los inputs ya existen­tes, y hacerlo. «El ser humano no es solamente homo sapiens, sino también homo agens.»