BIENESTAR CUALITATIVO

BIENESTAR CUALITATIVO

La tarea global de desarrollo económico integral consiste en descubrir, extraer e incrementar, mediante el concurso coordinado de todo trabajo físico, organizativo, intelectual y reflexivo, el grado de ordenaciòn de los recursos naturales a las necesidades y objetivos humanos. El valor económico a incrementar no es otra cosa que la orientaciòn de lo que está a nuestra disposición hacia los fines del hombre. La variable que debemos intentar que crezca no es la cantidad de bienes  y servicios sino su orientación, su proporcionalidad con respecto a los últimos objetivos humanos. Se trata de incrementar, no las mercancías en sí mismas, sino su relación, su proyección y su tensión hacia las finalidades humanas. Desarrollo económico equivale entonces a mejorar en esa «vocación» humana que los recursos naturales tienen, eliminando las leves o graves desviaciones del fin y fomentando las orientaciones correctas. Mejorar económicamente no consiste en tener más indiscriminadamente sino en incrementar el grado de humanización de las condiciones de vida, especialmente de las materiales.

          En este ámbito es clara la necesidad  de reorientar el mismo concepto de crecimiento económico entendido como mero crecimiento del PIB real hacia el crecimiento proporcionado de esa relación u ordenación humana. El grado de bienestar, o mejor, de desarrollo humano, no depende exclusivamente de la cantidad y calidad de los bienes y servicios privados que podamos adquirir, ni tampoco de la cantidad y calidad de los bienes públicos que podamos usar y disfrutar, sino también, con una importancia creciente, de las condiciones laborales de los ciudadanos, de la cantidad y calidad  del medio ambiente natural a su disposición, del nivel de confianza o de seguridad que se tenga en que el bienestar alcanzado no se va a ver amenazado en el futuro…etc.

        Entre estas variables no incluidas en los índices habituales y que son imposibles de medir cuantitativamente por ningùn «bienestarómetro», pero de indudable incidencia, quisiera destacar la extensión y calidad del medio ambiente social, del medio ambiente humano que los individuos crean en sus interrrelaciones personales. El «bienestar» de un individuo, de una familia o de una comunidad, depende no solamente de lo reflejado en el PIB sino especialmente del volumen y calidad de lo que Uhlander (1989) llamaba bienes relacionales y que podríamos resumir en el talante habitual que se respira en las relaciones humanas interpersonales tanto en el trabajo como en el hogar y en todo el entorno social.