Competencia en la potencialidad complementaria de la Naturaleza – Capítulo 5 – Redes y productividad en la Naturaleza

Redes y productividad en la Naturaleza

Capítulo 5

Competencia en la potencialidad complementaria de la Naturaleza

Esa inmensa variedad complementaria del Universo vemos que está en continuo cambio. La encasquillada rigidez de Parménides considerando un único ser inmutable no supo explicar ese proceso continuo y universal del cambio. Para él  ese devenir era pura apariencia ya que era imposible el paso del ser al no ser, y ello porque -según él y con cierta lógica-  el ser es y el no ser no es. No se podía llegar por tanto mediante el cambio al no-ser. Fue Aristóteles[1] –una vez más- quien con más sensatez y realismo entendió que el cambio no es un pasar radical del no-ser al ser, sino el tránsito de un sujeto con determinadas características desde un estado de ser a otro distinto[2]. Mediante el cambio las cosas van mejorándose adquiriendo perfecciones que antes no poseían. Pero para ello es necesario que ese sujeto perfeccionable sea capaz de tener en potencia esa cualidad que alcanza con el movimiento.[3]

Esa potencia o capacidad de adquirir una mejora no es algo negativo –en cuanto que no se tiene  a día de hoy esa perfección- sino que, muy al contrario, es algo sumamente positivo en tanto que es la posesión –ya ahora- de una capacidad real de amejoramiento por parte del sujeto con la que puede alcanzar unas determinadas perfecciones. En contraposición a la potencia –que es posibilidad[4] real a futuro- tenemos el acto[5] que es para Aristóteles toda mejora ya alcanzada y que el sujeto posee actualmente[6].

Ese continuo cambio y movimiento que observamos en la Naturaleza –y que somos capaces de percibir con más y más detalle gracias a los sofisticados sistemas y herramientas de medición experimental en todos los campos científicos- se explica entonces como la consecución de esa potencia que antes era mera posibilidad –posibilidad real pero sólo posibilidad-. Se explica el cambio como la actualización de esa capacidad; como el alcance de esa mejora posible. El movimiento se explica como el paso de ser algo en potencia a serlo en acto[7].

Es fácil de entender entonces que esa potencia o capacidad de perfeccionamiento no es otra cosa que competencia. Es la competencia o capacidad efectiva de mejora[8] conjugándose acertadamente con lo demás. Para alcanzar esas mejoras lo más importante es ser competentes. Para que cualquier algo sea un algo distinto y mejor tiene que ser competente para ello. Se podría decir que todo está como compitiendo por mejorar y adquirir nuevas y mejores capacidades. El trigo tiene capacidad de convertirse en pan, la uva en vino, el mármol en estatua, el silicio en hacer posible los ordenadores y la informática, la gasolina tiene capacidad de hacer posible el movimiento de un automóvil, el algodón de convertirse en ropa de abrigo, la aceituna en aceite … etc. Y ello siempre que se sepa complementar y casar con las potencialidades competentes de otras realidades necesarias para que pueda surgir ese bien final.

 Y en otro orden de cosas el arquitecto competente es capaz de llevar a efecto la construcción de un edificio colosal complementando y casando tantas otras realidades  y potencialidades, y el buen economista será capaz de reordenar la economía de un región, de un país, de la Unión Europea, o de una empresa informática o de otra del sector energético o del manufacturero o del agrícola, o del sector financiero etc. Y ello en orden a la mejora de la riqueza de sus gentes.

Por lo tanto y como hemos visto, la naturaleza derrocha bienes económicos. Es sobreabundante. Fácilmente lo podemos observar diariamente en los mercados (especialmente en los occidentales pero expandiéndose su productividad generalizada gracias a la imitación de su estilo de normas y costumbres a otras zonas geográficas orientales cada vez más dinámicas) donde para cada necesidad y para cada apremio y deseo humanos existe una enriquecida variedad de bienes que los satisfacen. Para cada demanda siempre hay un portfolio y una boutique de bienes aparentemente sustitutivos que pueden cumplimentar esa demanda.

Y si sólo lo observamos en el mundo de raíz grecorromana es porque la organización espontánea humana es capaz de extraer con profusión esa riqueza escondida en la naturaleza. Porque la naturaleza también es sobreabundante en el tercer y cuarto mundo. Incluso en muchos lugares más sobreabundante aún. Pero la organización humana es la que falla. Ha sido y es incapaz de coordinarse adecuadamente para extraer esa riqueza escondida y muchas veces desconocida. La pobreza es el fracaso de la organización y coordinación de la interacción humana.

La competencia por lo tanto está en el núcleo central del crecimiento y desarrollo económico. Los sistemas más dinámicos son aquellos en los que el marco normativo de los mercados potencia y promociona la competencia innovadora entre los diferentes agentes económicos. Por eso entiendo que las zonas geográficas donde se implanta esa raíz grecorromana llevan ventaja en la solución de los problemas de la escasez económica. Occidente hasta ahora, y actualmente cada vez más zonas también orientales, combaten mejor la pobreza porque su marco normativo y sus costumbres son capaces de potenciar más adecuadamente las fuentes primigenias de la riqueza. Muy posiblemente sea esa la razón última por la que todas las corrientes migratorias tienen como destino algún país que se mueve en esa órbita grecorromana  respecto a sus principios y normas de convivencia económica. Y en esa inercia de las costumbres activas y en ese marco legislativo la competencia ocupa un lugar preeminente.

[1] Siempre estamos aprendiendo de los clásicos griegos. Son aplicables a ellos aquellas palabras que Keynes aplicaba a los Pincipios de economía de Marshall: A menudo ha sucedido, incluso a quienes se han formado en la atmósfera de ese libro, que abordando un problema o una solución aparentemente nuevos, han vuelto los ojos a sus páginas y se han percatado de que el problema y una solución mejor ya se encontraban en ellas, ocultos a la mirada. Son necesarias muchas horas de estudio y mucha independencia de pensamiento para poder asimilar la mitad de lo que contienen los pliegues ocultos de ese universo de conocimiento que son losPrincipios de economía’ de Marshall.  Keynes, John Maynard, Ensayos biográficos. Políticos y economistas. Barcelona: crítica, 1992; p. 225.
[2] El olvido de que la Tierra es la  causa materio-formal del acrecentamiento de la riqueza  ha llevado a errores muy graves en los enfoques puramente subjetivos de la teoría de valor. Siempre se debe tener en cuenta que para que surja la relación del valor, resulta necesaria en primer lugar la contribución de bienes materiales con posibilidad de mejorar en términos de humanización. Un producto más terminado que el anterior (por tanto de más valía, con una relación más cercana del origen al fin) no se puede producir si los productos anteriores que necesitamos transformar no llevan ya encerradas unas ciertas poten­cias, unas ciertas posibilidades de llegar a ser el nuevo producto más terminado. Entre el ser y el no ser existe un estado intermedio que es el poder ser; el ser que es una cosa, pero que a su vez puede ser otra determinada; en su propia estructura tiene la posibilidad de llegar a ser otra determinada cosa combinándola, a su vez, con otras realidades complementarias de aquélla.
[3] Los ejemplos aristotélicos son claros: ni un animal ni un niño pequeño saben resolver problemas matemáticos, pero el animal nunca podrá hacerlo, mientras el niño puede aprender; un trozo de madera informe no es todavía una estatua, pero tiene capacidad de llegar a convertirse en una talla en manos del artista, mientras el agua o el aire no tienen esa posibilidad. Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo. Metafísica. EUNSA, Pamplona, 1982, p. 80.
[4] (…) la potencia no se reduce a una simple privación de acto, sino que es una capacidad real de perfección, pues una piedra, por ejemplo, no ve, pero tampoco es capaz de este acto, mientras que algunos animales reción nacidos, aunque todavía no vean, tienen capacidad de llegar a ver. Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo. Metafísica. EUNSA, Pamplona, 1982, p. 82
[5] Ejemplos de acto son la figura tallada en la madera, el calor del agua, la ciencia poseída, etc.  Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo. Metafísica. EUNSA, Pamplona, 1982, p. 80.
 [6] Acto es, en general, cualquier perfección de un sujeto: el color de una cosa, las cualidades de una sustancia, la misma perfección sustancial de un ente, las operaciones de entender, querer, sentir, etc.
Se trata de una noción primera y evidente, que por tanto no se puede definir, sino sólo mostrar con ejemplos y por contraposición a la potencia. Aristóteles, hablando del acto, se expresaba así: <<Lo que queremos decir queda claro por inducción de los casos particulares: ciertamente, no es necesario buscar la definición de todo, sino que basta contentarse con comprender intuitivamente ciertas cosas mediante la analogía. Y el acto se relaciona con la potencia como, por ejemplo, quien construye con aquél que puede construir, quien está despierto con aquél que duerme, quien ve respecto a aquél que teniendo la vista tiene los ojos cerrados, y lo que procede de la materia a la materia misma y lo que es elaborado a aquello que no lo está. L primer miembro de estas diferentes relaciones se le atribuye la calificación de acto, y, al segundo la de potencia>> (Aristóteles, Metafísica, IX, 6, 1048 a 35-b) Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo. Metafísica. EUNSA, Pamplona, 1982, p. 80-81.
[7] (…) por ejemplo, el árbol existe en potencia en la semilla, pero sólo mediante el crecimiento llegará a ser árbol en acto. Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo. Metafísica. EUNSA, Pamplona, 1982, p. 80.
[8] La potencia se contrapone al acto como lo imperfecto a lo perfecto. En sentido estricto, el acto es perfección, acabamiento, algo determinado; la potencia, al contrario, es imperfección, capacidad determinable. La figura de una estatua, por ejemplo, es una cualidad positiva del mármil, una determinación, un acto; mientras que un bloque informe, en la medida en que está privado de esa figura, es imperfecto e indeterminado. En este sentido, hay una oposición neta entre el acto y la potencia; esta última es precisamente <<algo que no es acto>>. Así, el que simplemente tiene potencia de saber, pero no la actualiza, no sabe; y el trozo de mármil, mientras no ha sido esculpido, no es estatua. Esta contraposición muestra con claridad que la potencia no es un acto en estado germinal o implícito.  . Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo. Metafísica. EUNSA, Pamplona, 1982  p. 82

REDES Y PRODUCTIVIDAD EN LA NATURALEZA