ENSEÑAR Y ENSEÑAR ECONOMÍA

ENSEÑAR Y ENSEÑAR ECONOMÍA

          El término enseñanza proviene del latín insignare que significa señalar, y se suele usar para nombrar un sistema organizado en orden a proporcionar instrucción en una materia determinada mediante un método según el cual se estructuran los esfuerzos instructivos de los profesores. La enseñanza también designa un rendimiento, es decir, una auténtica subjetivación por parte de los alumnos de lo enseñado por el profesor. Para conseguir tal rendimiento no puede reducirse el aprendizaje a una actividad realizada en las aulas, por la que se transmite a los alumnos, a través de la palabra, un conjunto de hechos y doctrinas. Esta reflexión se hace especialmente importante en Economía por su carácter práctico y cotidiano. Puede enseñarse algo sin que la subjetivación de tales conocimientos modifique necesariamente la conducta, pero la mejor docencia se da cuando lo aprendido se pone realmente en práctica. El fin que persigue toda ciencia es el «conocimiento» o la «sabiduría» dentro de su campo peculiar de actuación. Dicho conocimiento gana en calidad en cuanto más se adecua al espíritu humano, en cuanto que se humaniza.

         En líneas generales podemos decir que hay educación cuando se transmite algo valioso que es efectivamente puesto en práctica por el educando. La buena educación, por otra parte exige que no sea una mera transmisión de información, sino que se den a conocer las bases conceptuales en que se fundamenta lo transmitido. A tales efectos la docencia suele entenderse siempre como una actividad dialógica entre quien enseña y quien recibe la enseñanza. En cualquier caso sigue siendo un problema de muy difícil solución conocer los métodos más eficaces de docencia. Los numerosos siglos de enseñanza no han resuelto esta cuestión. Además hasta hace muy poco tiempo la cultura era tan elitista y los conocimientos a transmitir tan reducidos, en comparación con los actuales, que no habían surgido, con la preponderancia actual, estos problemas.

         Otra característica de la buena docencia actual es la que deriva del hecho de ser nuestra sociedad, frente al inmovilismo de otros siglos, esencialmente cambiante. Debido a ello los contenidos a explicar no son algo que pueda ser determinado de una vez y para siempre, ni, mucho menos, podemos empeñarnos, irresponsablemente, en continuar enseñando las mismas cosas que tenían sentido en otras épocas incluso recientes. Es misión de quien enseña en cada momento tratar de determinar aquellas materias que constituyen, como decía Ortega, el núcleo de las ideas vivas de la actualidad.