MELBOURNE

MELBOURNE AUSTRALIA – OCEANÍA ESTADO DE VICTORIA FEDERATION SQUARE BOTANICAL GARDEN STATE LIBRARY VICTORIA SANTUARIO DE LA MEMORIA ACMI CENTRO DE IMAGEN ST. PATRICKS CATEDRAL MELBOURNE AUSTRALIA – OCEANÍA

ÁFRICA – Mapas

África es el tercer continente más extenso, tras Asia y América. Está situado entre los océanos Atlántico, al oeste, e Índico, al este. El mar Mediterráneo lo separa al norte del continente europeo; el punto en el que los dos continentes se hallan más cercanos es el estrecho de Gibraltar de 14.4 km de ancho. El mar Rojo lo separa al este de la península arábiga y queda unido a Asia a través del istmo… Seguir leyendo ÁFRICA – Mapas

 Capítulo I –  Economía política en libertad. Principios. – Apartado 1 – Economía Política

CRISIS ECONÓMICAS Y FINANCIERAS.  CAUSAS PROFUNDAS Y SOLUCIONES  Capítulo I ECONOMÍA POLÍTICA EN LIBERTAD. PRINCIPIOS.  APARTADO 1  Economía Política   El nombre de Economía Política es empleado por primera vez en 1615 por Antoyne de Montchrétien para referirse a una ciencia eminentemente normativa encaminada a dar un criterio de actuación al hombre de Estado, y en… Seguir leyendo  Capítulo I –  Economía política en libertad. Principios. – Apartado 1 – Economía Política

Información veraz y transparencia ética – Apartado 7 – Capítulo III – Crisis económicas y financieras. Causas profundas y soluciones.

Crisis económicas y financieras. Causas profundas y soluciones. Capítulo III ÉTICA EN LA LIBERTAD DE LOS MERCADOS 3.7.-Información veraz y transparencia ética           Si la veracidad es un rasgo ético fundamental en cualquier tipo de relaciones sociales, mucho más para que efectivamente se tomen decisiones enriquecedoras en los mercados financieros acordes con nuestras intenciones de… Seguir leyendo Información veraz y transparencia ética – Apartado 7 – Capítulo III – Crisis económicas y financieras. Causas profundas y soluciones.

CRISIS ECONÓMICAS Y FINANCIERAS.  CAUSAS PROFUNDAS Y SOLUCIONES – INTRODUCCIÓN

CRISIS ECONÓMICAS Y FINANCIERAS.   CAUSAS PROFUNDAS Y SOLUCIONES  INTRODUCCIÓN Miguel de Unamuno, haciendo gala de su talante investigador -que captaba tantas veces las realidades más nucleares e importantes-, distinguía entre la Historia y la Intrahistoria. La Historia era lo superficial, lo anecdótico, el oleaje espumoso y ondeante más o menos significativo, colorista y con desigual… Seguir leyendo CRISIS ECONÓMICAS Y FINANCIERAS.  CAUSAS PROFUNDAS Y SOLUCIONES – INTRODUCCIÓN

4.1.- Población y ecología humana – Apartado 1 – Capítulo IV – Sobre la población, la ecología y los recursos – Crisis económicas y financieras. Causas profundas y soluciones.

CRISIS ECONÓMICAS Y FINANCIERAS. CAUSAS PROFUNDAS Y SOLUCIONES. Capítulo IV SOBRE LA POBLACIÓN, LA ECOLOGÍA  Y LOS RECURSOS  Apartado 1   Población y ecología humana           No es necesario calentarse la cabeza con intensidad para llegar  a la evidente conclusión de que cuanto ocurre sobre la superficie de una región, de un país o de la… Seguir leyendo 4.1.- Población y ecología humana – Apartado 1 – Capítulo IV – Sobre la población, la ecología y los recursos – Crisis económicas y financieras. Causas profundas y soluciones.

LA TEORÍA DE LAS SIETE Y MEDIA

La economía personal e interpersonal y, por lo tanto, también los mercados, tienen una gran similitud con los juegos de mesa o al aire libre y con los juegos deportivos. Jesús de Garay ha escrito incluso un libro sobre El juego del mercado publicado por Díaz de Santos donde hace reflexiones altamente interesantes: el mercado es un sistema en el cual todos los participantes lo son porque les da la gana y en donde si no hay beneficio para los jugadores y el público, no se juega; promueve también de manera especial que todos se enriquezcan; es fundamental que las reglas estén claras para todos los jugadores y que todos se comprometan a aceptarlas; si la publicidad de las reglas falta, o si falla la igualdad en su aplicación, entonces no hay libertad para realizar los intercambios, sino violencia por parte de algunas personas que monopolizan el juego… etc. Del entramado de reglas de cada juego distinto se pueden sacar enseñanzas de hondo calado. Veamos el caso del juego de las siete y media.

Como bien saben ustedes, en ese juego de cartas gana quien más se aproxime a esa cifra mágica teniendo en cuenta que la sota, el caballo y el rey tienen el valor de medio punto. Repartida una primera carta a todos los participantes, cada uno va pidiendo más cartas hasta que se queda o se pasa, de tal forma que con un as se puede incluso ganar, puesto que los demás, aun estando en mejor posición de partida, no es difícil que se pasen. La ambición excesiva puede perdernos queriendo alcanzar el óptimo de las siete y media. Las posibilidades de triunfar son ascendentes a medida que nos acercamos a la cima, pero con un traspiés imprudente nos precipitamos en el abismo del fracaso.

No pocos procesos económicos y decisiones de la conducta humana tienen un parecido altamente llamativo. Pensemos, por ejemplo, en el grado de implantación del Estado del Bienestar. Un pequeño colchón para amortiguar las desgracias de la vida, nadie, ni siquiera el mas ultraliberal de los liberales, lo pone en duda. Un poco más puede ser también conveniente y se puede exigir una contribución tributaria coactiva razonable y proporcionada en base a lo que viene llamándose, falsamente, paz social. Podemos seguir acrecentando, pero, en este caso, no sabemos a ciencia cierta dónde está el óptimo y es fácil que nos pasemos porque la inercia nos arrastra una vez iniciado el proceso. Es más, seguro que en Europa y en España nos hemos pasado y por eso es fácil que perdamos en el juego internacional global. Si nos pasamos de la raya, aumentan los parados, los inválidos, los desfavorecidos, los pobres, los marginados, los analfabetos, los agricultores desvalidos, los jornaleros del PER antiguo y nuevo; los pensionistas piden cada vez más; los subvencionados también exigen más porque sus razones, sean las que fuesen, siempre son las más importantes y urgentes; todos piden más sanidad y educación gratuitas, más parques públicos, más infraestructuras sin pagar aparentemente un duro… etc. Las fuentes de financiación se estremecen; la deuda aumenta y hay que pagarla compitiendo en los mercados de capitales con tipos de interés más atractivos para los rentistas de aquí, de acullá y de allende los mares; la iniciativa personal y empresarial se marchita y se pasa al otro bando, a los que cobran de los demás. Nadie arrima el hombro. Nos hemos pasado de las siete y media. En la revancha, que quizás se nos dé, hay que tener la lección bien aprendida y quedarnos un poco alejados del abismo para triunfar.

La utilidad que nos reporta el uso y consumo de bienes y servicios tiene un comportamiento parecido: un poco de vino en las comidas es muy saludable, un vaso también, un poco más empieza a ser peligroso; si nos pasamos, la borrachera trastorna toda nuestra actividad y perdemos con seguridad meridiana. Comprar un paraguas por si llueve, bien; dos, también, tal vez tres; pero si no somos coleccionistas ¿para qué más?; la utilidad marginal puede llegar a ser negativa; podemos pasarnos. Un poco de sal en las comidas o un rato de descanso en la televisión, bien, un poco más, quizás también, pero conviene moderar y diversificar. Invertir en tal o cual valor en la Bolsa o en este o aquel plan de pensiones, bien; invertir más ahí porque confiamos, mejor; pero, ¡cuidado!, no pasarse. Conviene apostar sólo con lo prescindible y, además, mas bien poco a varios posibles ganadores que obsesionarnos con uno. Conducir atortugados con nuestro coche, malo, hay que avivar la marcha, también para no molestar; incluso, si el asunto lo requiere podemos acelerar, pero, ¡atención!, no pasarse, los excesos se pagan y la teoría de las siete y media nos lo vuelve a recordar. Un poco de orden, vale; un poco más puede valer; pero la enfermedad monomaniática y perfeccionista nos amenaza. Escribir en Word, usar una base de datos, una hoja electrónica sofisticada, conectarse a internet vía infovía, conviene. Pasarse nos puede convertir en mecanos de silicio que hablan en bits, engullen kbytes, ven chiribitas electrónicas y, en el fondo, no saben de la vida ni hacer la “o” con un canuto.

«In medio virtus» decía el clásico. Tengo entendido que Aristóteles escribió la Ética a Nicómaco jugando a las siete y media en el Aerópago griego. Aprendamos.

JJ FRANCH

.

FUNDAMENTOS DEL VALOR ECONÓMICO

  1. Los bienes de capital actúan dirigidos por el trabajo humano

Los bienes de capital potencian el trabajo en la tarea del hombre por humanizar la materia. El error de cálculo del pesimismo malthu­siano deriva de no prestar suficiente atención al hecho de que la aparición de maquinaria permite a la sociedad producir los «bienes salario» -en terminología de Malthus- con una cantidad menor de trabajo-fuerza. Con su visión negativa del progreso económico que no ofrecía ninguna solución para mejorar el nivel de vida de las masas, no observó que el ahorro adicional de las gentes se podía invertir en la producción de mercancías duraderas de capital que potenciaban la eficacia productiva del trabajo futuro.

«Hoy en día, al ir aumentando la riqueza general, crece de conti­nuo la fecundidad del capital y mayor es el papel que desempeñan, en los procesos productivos, las máquinas y herramientas. Los mara­villosos progresos económicos de los últimos doscientos años fueron conseguidos gracias a los bienes de capital que los ahorradores en­gendraron y a la intelectual aportación de una élite de investigadores y empresarios». 7

Los sofisticados bienes de capital, que ahora aprovechamos, es­tán a nuestra disposición gracias a la actividad ahorrativa de las pasa­das generaciones. Somos seres privilegiados de la era informática y de la comunicación que, sin percatamos de ello, nos estamos aprove­chando del originario ahorro acumulado por pescadores primitivos, quienes, al fabricar las primeras redes y embarcaciones, estaban de­dicando parte de su tiempo a la tarea de aprovisionarse mejor para un futuro más remoto. Tenemos más medios de potenciar nuestro trabajo gracias a que nuestros antepasados los produjeron para noso­tros.

Los bienes de capital, factores intermedios ayer producidos, son los medios instrumentales idóneos en orden a incrementar la produc­tividad del trabajo.

Los bienes de capital ejercen su influencia sobre el origen de la relación real del valor, no por sí mismos, sino en cuanto que son actuados, dirigidos, por la causa eficiente, es decir, por la actividad humana.

Por ser instrumentos producidos con la intervención de la tierra, y especialmente del trabajo, muchos autores han considerado el capi­tal unido a los recursos materiales, naturales. Y otros, entre los que se hallan los defensores de la teoría del valor trabajo, lo consideraban trabajo incorporado. Dicha consideración como trabajo incorporado se debía a la opinión de que era el producto del trabajo humano desplegado en el pasado, con el fin de incrementar la efectividad del mismo trabajo humano.

En la teoría de la productividad marginal el interés se considera­ba el pago por el uso del capital y tenía su causa en el hecho de que incrementaba la efectividad o productividad de la fuerza de trabajo. Por otra parte, los capitales que requieren iguales cantidades de tra­bajo para su producción recibirán cantidades iguales en concepto de retribución. La retribución de todo capital está determinada por la retribución que corresponde a la última unidad de capital añadida.

Adjudicar a los bienes de capital una eficiencia por sí mismos desvirtúa la realidad instrumental del capital, que sólo es eficiente en la medida en que es utilizado por el trabajador. La eficiencia de los bienes de capital deriva de la causa principal eficiente que lo utiliza. El hombre es prioritario a los bienes de capital, transmite a éstos el fin y,

por tanto, el valor en último término. Los bienes de capital serán causa eficiente instrumental en cuanto sean perfecta­mente dóciles al trabajo humano. Es un error atribuir a estos bienes una potencia independiente. Incluso habría que distinguir entre pro­ducir más mercancías y producir más valor, entre la productividad física o técnica y la productividad económica o de valor. Si ya es dudoso que la productividad física pueda ser desvinculada del traba­jo, lo que es totalmente erróneo es atribuir a los instrumentos de capital una productividad en términos de valor, ya que esa producti­vidad tiene referencia inmediata al fin y éste sólo se lo da el trabajo directivo.

Los factores de posteriores producciones ayer producidos no se constituyen en elemento propio e independiente. Los bienes de capi­tal son engendrados siempre por la conjunción de los recursos natu­rales y el trabajo. De hecho carecen de capacidad productiva propia. Deberíamos añadir, con Mises, el tiempo.

En los bienes de capital cabe distinguir dos efectos: el que origi­na el instrumento de capital, gracias a sus propias características, y el que nace del influjo de quien lo maneja. En el clásico ejemplo del pincel en manos del artista, el pincel facilita la aplicación de la pintu­ra sobre el lienzo según sus propias características; el paisaje plasma­do en la tabla es causado principalmente por el arte del pintor, a través de la acción del instrumento. El arte que posee de modo per­manente el pintor es adquirido de forma transeúnte por el pincel en la medida en que es utilizado por él. El buen pintor siempre tiene la capacidad de pintar un buen cuadro; el pincel, sólo en cuanto que es llevado por su mano maestra. El pincel no tiene capacidad pro­ductiva propia en términos de valor. Sólo ayuda a crear valor cuando es actuado por el artista.

Los instrumentos, para que ejerzan su labor de mediación, aun­que tienen que adaptarse en sus formas a los bienes materiales que deben transformar, han de adecuarse con la máxima perfección a las características del ser humano que los dirige. El desarrollo tecnológi­co tiende a volver a las necesidades reales de la actividad humana, al tamaño correcto del hombre, evitando el gigantismo tecnológico que deshumaniza y, por tanto, autodestruye. 8

Es lo que Schumacher defiende con la expansión de la tecnología intermedia, a pequeña escala, más descentralizada, con formas de organización, incluso, que usen más mano de obra, tales como las que persisten en la economía japonesa y que han contribuido a su vigoroso crecimiento. El desarrollo tecnológico debe ir parejo al desarrollo cultural del trabajo humano. De lo contrario, se crearán islo­tes de gigantismo tecnológico hiperdesarrollado junto a grandes ma­sas de gente marginada a niveles tecnológicos primitivos.