El hombre trata de dominar toda esa inmensa potencia de la Naturaleza para reorientarla hacia sus preferencias y, por lo tanto, humanizarla. Trata de domeñarla con su trabajo diferenciado pero complementario y con los medios e instrumentos tecnológicos de capital  que va teniendo a su alcance según las circunstancias y la concatenación de descubrimientos innovadores a lo largo de cada tiempo histórico.  Y si decíamos que el factor productivo Tierra en sí mismo era altamente productivo desde el punto de vista meramente material -ya que se multiplicaba de forma exponencial en redes físico-químicas y biológicas- qué no decir de esa riqueza inigualable a nuestra disposición cuando es trabajada y reorientada con la potencia tecnológica cada vez más sofisticada fruto de la inteligencia humana combinada con su laborar manual.

Por lo tanto, según nuestros autores, siempre y en todos los ámbitos del actuar humano –también lógicamente en el jurídico y en el económico- las valoraciones en cada instante y circunstancia se realizan a través de las conciencia personal de cada cual que consiste en esa facultad humana de unificar la compleja variedad de datos que son aportados por los diferentes sentidos en cada momento actual –lo que da lugar al sentido común en el actuar presente- o, también, en la facultad de interrelacionar y unificar el cúmulo de datos pasados que forman la memoria sensitiva. Así mismo, la conciencia intelectiva es capaz de unificar ideas y conceptos así como reflexionar en el nivel puramente intelectual. Todo ello es ese mundo espiritual y de las ideas -muchas veces olvidado- que –además- ha estado y está continuamente creándose y recreándose.

Así pues, Soto y también Vitoria y Mercado, tal y como también se vio en el capítulo II, afirman que los principios de la ley natural se manifiestan y actúan a través de la visión interior personal  de todos y cada uno de los habitantes concretos diseminados por toda la geografía mundial sin distinción de razas y que existen, viven y actúan en cada instante temporal de cada época histórica. La ley moral se manifiesta siempre a través de la conciencia de las distintas personas.  Se puede decir entonces que en el ámbito de la bondad o maldad del actuar humano, cuando el sujeto juzga con su conciencia cierta –es decir, sin ningún prudente temor a errar- determinados actos como lícitos o ilícitos, convenientes o nocivos, buenos o malos, ese juicio tiene valor de norma actual para el sujeto en tanto en cuanto que la conciencia concreta y actualiza en las circunstancias presentes los principios generales y, en definitiva, el principal y radical principio universal: “Haz el bien y evita el mal.”

José Juan Franch Meneu

En todo ese aparatoso instrumental científico sofisticado y probabilístico difícilmente se distinguía -como decía Balmes- la posibilidad del hecho real y su existencia, y también era muy difícil poder vislumbrar la persona humana de carne y hueso que al fin y a la postre era siempre el protagonista de cada decisión económica. El  pensamiento y el razonamiento económico se disfrazaban así con el positivismo del paradigma científico de la naturaleza inanimada, olvidando el talante moral o inmoral de los actores de la ciencia sobre la que se quería pontificar, así como cualquier consideración ético-filosófica.
La naturaleza además parece que es creativa. En la cosmovisión científica actual la formación de nuevos seres que pertenecen a tipos ya existentes es un proceso cuasicreativo. Los físicos, por ejemplo, concuerdan en que los electrones, fotones, átomos, moléculas, estrellas gigantes o enanas, las galaxias y los meteoritos se comportan todos ellos legalmente, pero sus leyes no son del tipo de las leyes de la mecánica newtoniana o de la estabilidad aristotélica. Esas leyes no nos permiten, aún utilizando las herramientas electrónicas más sofisticadas, predecir con certeza lo que va a pasar. Un efecto concreto no es el resultado de una igual, constante y única causa sino que innumerables causas convergentes dan lugar a tal efecto original, y cada nuevo descubrimiento abre la puerta a otro universo desconocido. El canto llano y monocorde de la naturaleza hay que sustituirlo por la música polifónica con un sin fin de voces armonizadas de forma magistral.
Jose Juan Franch Meneu – Dinamismo económico, tiempo y ciencia. Notas a pie de página.

Pero precisamente porque el valor económico hace referencia siempre a la persona humana[9] concreta  y sin parangón -y con todo su universo de preferencias subjetivas y de objetivos de vida entrelazados- la economía debe tratar de conocer esos fines preferentes[10] y el orden[11] de su importancia circunstancial así como las leyes que rigen su actuación. Las disciplinas económicas necesitan imperiosamente  conocer la naturaleza humana con toda la variedad de su riqueza. Y  no pueden por lo tanto  recetar soluciones y estrategias estereotipadas en masa[12] porque cada uno actúa y demanda según su diferenciada situación y tiene que estar siempre abierto a lo inesperado[13].

Jose Juan Franch Meneu

Para seguir investigando sobre la variedad complementaria en competencia dinámica que es el objeto e hilo conductor de este ensayo económico, conviene recordar de nuevo que –tal y como se estudió en el primer apartado de este trabajo de investigación- la problemática del valor[2] se encuentra en el centro de toda explicación y comprensión de la actividad económica. Si la economía es la ciencia del valor[3], a éste habrá que referirse siempre en todo análisis fundamental. Por ello, y dado que el valor[4] económico[5] lo hemos definido como una relación real de conveniencia última, complementaria, concreta y futura de los  bienes  valorados a los  objetivos –también complementarios, presentes y futuros-   de los  usuarios finales, en economía –que muchos autores definieron como la ciencia de la riqueza[6]– todo gira en torno a la persona humana. La economía, o es humana o no es economía. Y si es humana quiere decir que la economía es libre. Podemos decir que la economía es la Ciencia del valor porque siempre valoramos en libertad[7] desde el interior de nuestra propia subjetividad no aleatoria.

Jose Juan Franch Meneu

Si bien la inflación es un fenómeno fundamentalmente de carácter monetario, también se debe señalar que, no obstante, puede ser afectada  también por el respeto a la competencia y la concurrencia en los diferentes mercados. Incidir sobre la competencia en los comercios, subastas  o concesiones administrativas por ejemplo, es incidir de forma importante sobre la estabilidad y el control inflacionario, finalidad primordial del interés público económico.

Jose Juan Franch Meneu

En las teorías macroeconómicas generalmente aceptadas, los procesos circulares input-output, donde el nuevo output se convierte en bien intermedio y en input para una nueva unidad económica, quedan truncados precisamente en la familia. Los consumos familiares, siguiendo a Carl Menger, fundador de la cada vez más influyente Escuela Austríaca, se convierten en bienes de primer orden, es decir en bienes finales que transmiten derivadamente su valor a los bienes intermedios de segundo, tercer, cuarto orden…etc. Quedan ordenados así los distintos bienes según la relación causal respecto a los bienes de primer orden.

En la economía real, no teórica, la norma es la norma que nos marcan los apremios de la naturaleza humana y, por tanto, la única lógica es la lógica de la naturaleza humana. Esa norma y esa lógica marcan las dosis, combinaciones, formas, calidades y medidas de los distintos bienes y servicios; y a producir esos bienes y servicios últimos con esas dosis, combinaciones, formas, calidades, proporciones y medidas se adecuan los distintos medios de producción en cada etapa productiva.

«Podemos entender entonces la economía como ese proceso dinámico, acumulativo y expansivo en valor que consiste en la transformación ordenada de la materia generación tras generación de cara a una vida mejor y proporcionadamente más adecuada para el mayor número de personas.  Es esa lucha constante por erradicar la pobreza en todos sus aspectos. Éste es uno de los grandes objetivos que la humanidad está tratando de alcanzar desde los siglos originales perdidos en el tiempo.»