Categoría: LA CREACIÓN DEL INSTANTE (MEMORIAS)
Si quieres solucionar pronto aquel problema lejano, soluciona primero el cercano; si quieres subir hacia el cielo, baja antes a la profundidad de tu interior; y si quieres correr hacia el infinito frena tu paso desbocado y elige la ruta paciente.
En el aparente descanso tras el no menos aparente trabajo, la mente recorre el acontecer coyuntural en alta mar de la tormenta financiera especulativa, y recuerda que lo más importante son las corrientes submarinas, el movimiento lento y testarudo de las aguas profundas: la intrahistoria económica.
Oscurece la tarde otoñal entre juegos infantiles que saltan y discuten con inocencia mientras, sereno y pensativo, espero la llegada de aquella en quien tengo puestas tantas esperanzas nuevas.
¡Cuánta equivocación se esconde detrás de la búsqueda rígida y lineal, dogmática y aparentemente heroica, de nuestros propósitos monotemáticos sin cintura flexible!
Esas colillas tiradas sobre el camino ajardinado de aquel centro escolar son signo de la impaciencia adulta de quien no está contento consigo mismo.
Amigos doctores, reunidos mensualmente en torno a una mesa, dialogando informalmente sobre los acontecimientos más variados, dando actualidad al pasado, anticipando el futuro y comentando el presente con la maestría desenfadada del profesor experimentado.
Aquel dos de mayo de 1998 cuando nació el Euro definitivamente, las esperanzas de paz, bienestar y seguridad se extendían a raudales entre millones y millones de ciudadanos, y quedaba patente, a propios y extraños, la gran potencia y responsabilidad del dinero en nuestras sociedades abiertas y especializadas.
El catedrático brillante, el experto financiero y el amigo leal se fundían en aquella misma persona que ocuparía uno de los puestos mundiales más relevantes para el bienestar estable y el bien hacer cotidiano esperanzado activado por cientos de millones de ciudadanos del mundo.
A Eugenio Domingo Solans
Desde la altura abismal de mis 71 años -que muchas veces pienso ahora que ha sido un ratito que ha pasado en un santiamén, en un visto y no visto-, cuando en la memoria van apareciendo retazos sueltos de mi vida en la infancia o en la adolescencia, en la universidad de alumno y después -mas de 30 años- de profesor de Economía; en mi vida empresarial tan ajetreada con más de 100 personas trabajando para mi en distintos proyectos todos atractivos y más de 500 para el grupo empresarial de mi padre y con todas ellas fracasadas al final y estando ahora con la pensión embargada y arruinado de por vida pero muy feliz; en los 5 años en Tribunal de Defensa de la Competencia donde empecé a ser Excelentísimo señor ya de por vida; y con familia numerosa y tantos nietos a nuestras espaldas con mi mujer, me doy cuenta de la verdad de aquel dicho que un buen amigo del alma me contó hace muchos años:
«Si quieres que Dios se parta de risa con carcajada simpática y acogedora cuéntale tus planes»