FILÓSOFOS Y ECONOMISTAS

Muchos de los grandes economistas de hace más de cien años, Adam Smith, Bentham, John Stuart Mill, Sidwick y otros, eran a su vez filósofos. Hoy en día pocos o ninguno lo somos. Como mucho, se reconoce ese vacio en nuestra formación y se trata de llenarlo, como hace Hayek: «Aun cuando continúo pensando que principalmente soy economista, he llegado a la conclusión, para mí cada vez más evidente, de que las respuestas a muchos de los acuciantes problemas sociales de nuestro tiempo encuentran, sin duda, su base de sustentación en principios que caen fuera del campo de la técnica económica o de cualquier otra disciplina aislada».

La teoría del valor ocupaba entre lo clásicos un lugar prominente y tanto sus aciertos como sus errores tuvieron una influencia definitiva sobre la actividad económica práctica. Hoy en día apenas se reflexiona sobre estos problemas. Soy testigo de la dificultades para encontrar bibliografía actual sobre estos temas. Es más fácil encontrar filósofos que se inmiscuyan en el campo económico -a veces con notable ingenuidad- que economistas que estudien los problemas básicos de su materia con cierta perspectiva filosófica.

La riqueza del hombre occidental constituye un fenómeno único y nuevo. A través de los últimos siglos se ha liberado de los grilletes de un mundo dominado por la mayor pobreza y hambres periódicas y ha alcanzado una calidad de vida a la que sólo es posible acceder mediante una relativa abundancia. El presente trabajo explica este logro histórico único: el desarrollo del mundo occidental.

 Nuestra argumentación esencial es muy simple. La clave del crecimiento reside en una organización económica eficaz; la razón del desarrollo de Occidente radica, por tanto, en la construcción de una organización económica eficaz en Europa occidental.

 Una organización eficaz implica el establecimiento de un marco institucional y de una estructura de la propiedad capaces de canalizar los esfuerzos económicos individuales hacia actividades que supongan una aproximación de la tasa privada de beneficios respecto a la tasa social de beneficios.

Douglas C.North, Robert Paul Thomas, El nacimiento del mundo occidental. Una nueva historia económica (900-1700), Madrid, Siglo XXI de España Editores, S.A. 1973. p. 5

La propiedad privada constituye, pues, la base de toda actividad individual independiente; es el terreno fecundo donde germinan las semillas de la libertad, donde echa raíces la autonomía personal y donde se genera todo progreso, tanto espiritual como material

Ludwig Von Mises. Sobre Liberalismo y Capitalismo, Nueva Biblioteca de la Libertad, 10,  Madrid, Unión Editorial, S.A.,  1995,  p. 80
Y en esto se ve claramente que ningún buen fin de los tres ni aun mantenerse tienen por principal el día de hoy los tratantes, si no éste, que es enriquecer (cosa que jamás podrán cumplidamente alcanzar) en que dado tengan ya con que puedan bien pasar, no se recogen ni se ponen en orden, antes con la posibilidad en que se ven,(…) Y los que tuvieren puesto su corazón en adquirir riquezas (y tienenlo casi todos según parece) a ningunas escuelas irán aunque sean las de Atenas de gentiles, do no salgan condenados: cuanto más a las católicas de Cristianos.(…) si quieren ir adelante en el camino del cielo, y pretendan con su arte conservar su caudal, si lo tienen, o ganar si no lo tienen, de qué se puedan mantener y poner en estado sus hijos y hijas según su estado y condición. Intención que como dice se conoce, y percibe en el contento y quietud, o en la solicitud y congoja de la vida y trato.
Suma de Tratos y Contratos, Madrid, Editora Nacional, 1975, [118], p. 144.

Hablando del beneficio, los salmantinos dicen que si ha sido logrado sin fraude o coacción, en un mercado libre, es totalmente legítimo, cualquiera que sea su importe, pero su bondad queda dañada si ha sido obtenido con actividades moralmente malas, contrarias al bien común, o ha sido perseguido, con intencionalidad torcida, a toda costa, a cualquier precio, empleando procedimientos que repugnan a la dignidad de la persona humana.

Rafael Termes Carreró, Humanismo y ética para el mercado europeo”,en  Europa, ¿mercado o comunidad? De la Escuela de Salamanca a la Europa del futuro. Publicaciones Universidad Pontificia, Salamanca, 1999, p. 36

La riqueza del hombre occidental constituye un fenómeno único y nuevo. A través de los últimos siglos se ha liberado de los grilletes de un mundo dominado por la mayor pobreza y hambres periódicas y ha alcanzado una calidad de vida a la que sólo es posible acceder mediante una relativa abundancia. El presente trabajo explica este logro histórico único: el desarrollo del mundo occidental.

 Nuestra argumentación esencial es muy simple. La clave del crecimiento reside en una organización económica eficaz; la razón del desarrollo de Occidente radica, por tanto, en la construcción de una organización económica eficaz en Europa occidental.

 Una organización eficaz implica el establecimiento de un marco institucional y de una estructura de la propiedad capaces de canalizar los esfuerzos económicos individuales hacia actividades que supongan una aproximación de la tasa privada de beneficios respecto a la tasa social de beneficios.

Douglas C.North, Robert Paul Thomas, El nacimiento del mundo occidental. Una nueva historia económica (900-1700), Madrid, Siglo XXI de España Editores, S.A. 1973. p. 5

España. Tres milenios de Historia – Antonio Domínguez Ortiz, de la Real Academia Española de la Historia

Antonio Domínguez Ortiz, de la Real Academia Española de la Historia, al iniciar el capítulo titulado El gran siglo nos dice: Aunque más dinámica que la Alta, la Baja Edad Media española medía su ritmo por siglos: se necesitaron dos, el XI y el XII, para decidir si España sería europea o africana, y en… Seguir leyendo España. Tres milenios de Historia – Antonio Domínguez Ortiz, de la Real Academia Española de la Historia