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Tantas cuantas veces las ideas se amontonan y encabritan, se necesita un parón suave que, eligiendo una cualquiera de ellas, permita seguir el hilo tranquilo que siempre lleva a todas las demás.
¡Cuántos saben ya lo que yo sé, y cuántos más no saben lo que yo no sé!
¿Cómo puede la religión contribuir a preservar las costumbres benéficas? Aquellas costumbres cuyos beneficiosos efectos escapaban a la percepción de quienes las practicaban sólo pudieron conservarse durante el tiempo suficiente para demostrar su positiva labor selectiva en la medida en que pudieron contar con el respaldo de fuertes creencias en poderes sobrenaturales o mágicos que contribuyeron eficazmente a desarrollar esta función. Cuando el orden de la interacción humana se hizo más extenso, cercenando de este modo las exigencias de los instintos, dicho orden pudo mantenerse durante algún tiempo debido a su completa y continua dependencia de ciertas creencias religiosas, falsas razones que influyeron sobre los hombres para que éstos realizaran lo que exigía el mantenimiento de una estructura capaz de alimentar a una población más numerosa.
Ahora bien, así como la creación del orden extenso no fue fruto de previa intencionalidad, así tampoco existe razón alguna para suponer que el apoyo derivado de la religión haya sido deliberadamente fomentado, o que haya existido a este respecto una especie de “conspiración”. Es ingenuo suponer –especialmente si tenemos presente cuanto hemos dicho sobre la imposibilidad de prever los efectos de nuestros esquemas morales- que unas élites ilustradas calcularan fríamente los efectos de los distintos sistemas morales, eligieran entre ellos el más adecuado y trataran de persuadir a las masas, recurriendo para ello a la “noble mentira” platónica, y, bajo los efectos de una especie de “opio del pueblo”, doblegarla a los calculados intereses de sus propias reglas.
F.A. Hayek, La Fatal Arrogancia. Los errores del Socialismo, Obras Completas, vol. I., Madrid, Unión Editorial, S.A., 1990, p. 215.
A la vera de la antena parabólica un par de golondrinas se contonean en su vuelo mirándola de reojo orgullosas despreciando olímpicamente tanta tecnología y tanto hierro con tan poco contenido y con tan poca vida.
No creas con soberbia sospechada que sólo a ti te ocurre ser el centro señorial de esa interdependencia majestuosa. También le ocurre a éste o aquel otro, y en Europa o en Asia, en Oceanía, África o en tierras americanas; y tanto hoy, como ayer en el Imperio Romano, en la Grecia de Aristóteles o Parménides o en el Egipto de los faraones y de las pirámides apocalípticas.
Feliz Navidad a toda la Familia Mundial
El ángel del Señor anunció a María. El ángel del Señor anunció en sueños a José. El Ángel del Señor en aquella noche de invierno en plenitud de luz anunció a los pastores aquella divina Buena Nueva. Y el cielo se abre para que miríadas de ángeles a coro glorifiquen en una sinfonía magistral a… Seguir leyendo Feliz Navidad a toda la Familia Mundial